Tipos de signos según Charles S. Peirce

Clasificación realizada por Charles S. Peirce

Además de analizar las condiciones formales de un signo, la gramática semiótica se interesa de los diferentes tipos de signos, ésta es la función de la tipología de los signos. Por tipología se entiende el discernimiento de un tipo (o clase natural) cuya descripción toma generalmente los caminos por los cuales las cosas que le pertenecen actúan en un sentido análogo; en este contexto se trata la división de los signos. La clasificación de los signos es la organización amplia de estos tipos (o clases naturales) por medio de un plan sistemático o idea que trata de demostrar la afinidad, dependencia o interdependencia de los tipos.

Peirce desarrolla cuatro diferentes tipologías: original, intermedia, expandida y final. La original aparece en “De una nueva lista de categorías” (“On a New List of Categories”). De acuerdo con ella, hay tres tipos de representaciones.

1- Aquellas cuya relación con sus objetos es una mera coincidencia en alguna cualidad. A este tipo de representaciones les podemos dar el nombre de semejanzas.
2- Aquellas cuya relación con sus objetos consiste en una correspondencia real. A este tipo se le puede dar el nombre de índices.
3- Aquellas cuya relación con sus objetos es una cualidad imputada,y que no son otra cosa que signos generales a los que podemos denominar símbolos.

Los signos y su carácter presentativo

El carácter presesentativo del signo es cierta forma que el signo tiene en su relación con el objeto (o existente) que forma la base de sus capacidad como signo para representar a su objeto, esto es, que sirve como el ground del signo. El carácter presentativo del signo forma la base del carácter representativo.
Una estrella, por ejemplo, puede servir como signo en varias capacidades a partir de su brillo, o del hecho de que aparece solo de noche, porque parece orientar en cierta dirección, o porque tiene un sentido histórico o convencional. En el primer caso, el carácter presentativo comprende sus características cualitativas.
Otro ejemplo: si algo es rojo y por esta razón se vuelve un signo, entonces es un cualisigno. Pero si el carácter presentativo se da en término de sus cualidades existenciales, se llama sinsigno. Cuando una señal ferroviaria roja parpadea y luego produce un sonido que indica mayor proximidad del tren, se configura un signo por este motivo, es lo instantáneo de la presencia inmediata del tren que determina la forma, de su capacidad representativa. En términos de su cualidad presentativa , cuando un signo es un sinsigno opera primariamente a través de su singularidad, su temporalidad o su ubicación única.

Finalmente, una tercera característica que brinda a un signo la capacidad para representar es a partir de cualquier forma convencional, de disposición o legitimidad que pueda haber adquirido. El hecho de que el rojo a menudo es empleado convencionalmente para indicar peligro y para indicar atención ayuda a dar a la luz roja cierta capacidad para representar a su objeto. En este caso el signo se llama legisigno.
Un signo tiene tres características -presentativa, representativa e interpretativa- aunque usualmente predomina solo una. Hay incluso cierta jerarquía alrededor de estas características . Una cualidad siempre se encarna en una singularidad, pero si la cualidad es el aspecto predominante en el signo entonces es un cualisigno. Cada signo singular posee una cualidad, pero cuando es el simple hecho de su singularidad lo que cuenta fundamentalmente, entonces es un sinsigno.
Una generalidad siempre se encarna en una singularidad que tiene cierta cualidad, pero cuando esa generalidad predomina entonces se tiene un legisigno.


Los signos y su carácter representativo

El carácter presentativo de un signo está en sus características o cualidades con prescindencia de toda relación que tenga con el objeto, el carácter representativo del signo concierne a la relación o correlación entre el signo y el objeto.
El carácter representativo del signo atañe a la manera en que un signo se correlaciona con su objeto y así se establece él mismo como una representación de ese objeto.
Desde esta perspectiva emplea la característica presentativa o el ground del signo para establecer esa correlación, y lo hace de tres maneras esenciales. Si las características presentativas del signo son similares al objeto y por lo tanto establecen su correlación con el objeto por esos medios, entonces el signo se llama icono. Si los caracteres presentativos del signo son contiguos al objeto y en consecuencia establece su correlación son ese objeto primariamente por esos medios, entonces el signo se llama índice. Por último, si el signo establece su correlación con un objeto primariamente a través de las características convencionales o legales el signo es un símbolo.

Un icono se correlaciona con su objeto porque las cualidades del signo son similares a las características del objeto.

A grandes rasgos, son clasificados a según el modo de primeridad que comparten. Aquellos que compete cualidades simples, o primeridades primeridades, son imágenes. Los que representan las relaciones (primordialmente diádicas, o consideradas como tales) de las partes de algo por medio de relaciones análogas entre sus propias partes, son diagramas. Dice Peirce de modo reiterativo: “aquellos que representan el carácter representativo de un representamen representando un paralelismo en alguna cosa, son metáforas” (“Algunas de las categorías de la razón sintética”, en El hombre, un signo, p. 45).

Una foto o un retrato de una persona es un ícono porque las fotos tiene varias formas que la cara original también posee. Un ícono puede ser similar a su objeto por el hecho de que comparte las mismas cualidades con su objeto. Por ejemplo, la rosa es roja y la pintura de la rosa es roja: en este caso es una imagen.

Peirce sugiere que un ícono representa “en virtud de sus caracteres que le pertenecen como un objeto sensible y que poseería aunque no existiera otro objeto similar en la naturaleza que se le pareciera, y así nunca podría ser interpretado como signo” (Collected Papers, 2.447).

Un ícono puede ser similar a su objeto cuando las relaciones entre los elementos del signo son isomorficas a las relaciones entre los elementos en el objeto. El ejemplo convencional podría ser el mapa de un terreno, en este caso se trata de un diagrama. Las analogías también serán buenos ejemplos de diagramas ya que muestran un paralelo entre las relaciones entre una cosa y la otra: A es a B como C es a D.

Un signo es también un icono cuando su carácter representativo está representado por un paralelo con el carácter representativo de otro signo, en ese caso se trata de una metáfora. Por ejemplo: “Antes de que pudiera oír el disparo, cayó su cuerpo, una vasija derramada de vino”. La metáfora combina la disposición del cuerpo y cómo la sangre fluye de una herida mostrando su paralelismo con la disposición de una botella rota de vino. La metáfora no es una analogía (ni un diagrama) pues no alcanza amostrar similaridad en las relaciones entre dos cosas que tiene similaridad a la primera en algún sentido.

Un signo puede representar a su objeto no solo por medio de similaridad sonó por contigüidad con el objeto. En este caso se llama índice. Es el signo de una singularidad, su ubicación espacial o temporal es un “aquí y ahora” con el objeto, mas que cualquier otra de las cualidades que poseyera lo que contribuye a hacer de él un índice.
De modo consecuente, es un signo de contigüidad con su objeto que es la forma esencial del índice, a pesar de que Peirce señala otras importantes características. La contigüidad puede ser de tres diferentes maneras.

Puede ser deíctica (o referencial), en el sentido de que hay una percepción directa de la continuidad entre el signo y su objeto; por ejemplo, en la forma en que la silueta de un hombre indica la presencia respecto del objeto que señala: un baño para ser usado solo por hombres, o la forma en que un pronombre demostrativo “este”, indica una referencia respecto de un objeto al cual se refiere. Estos tipos de signos son llamados designativos por Peirce. Pueden ser también causales (o existenciales), como el índice que es provocado por el objeto que representa; un ejemplo lo constituye la forma en la que el viento empuja una veleta hacia una determinada dirección. Estos tipos a veces son llamados por Peirce reagentes. Finalmente; el índice puede resultar de una etiqueta inicial, como al nombre propio se lo asocia con alguien o como en el caso en el que se coloca una letra bajo un diagrama.
Ademas de estas características de contigüidad Peirce también enfatiza que el indice genuino abarca individuos (opuestos a los tipos; colecciones y generales). Por esta razón un índice en verdad no afirma nada respecto del objeto que representa y sólo muestra o exhibe ese objeto. Sin embargo, Peirce enfatiza que esta exhibición del objeto puede llevar a diferentes resultados según si el índice es designativo o reagente. En el primer caso, el índice sólo sirve para estar en el lugar del objeto que representa; como A puede estar en el lugar de la primera persona persona de un contrato; generalmente un designativo solo anuncia al objeto, como lo hace un pronombre demostrativo. Un nombre propio puede no brindar ninguna otra información acerca del objeto que representa (a menos que tenga un aspecto icónico: por ejemplo, “Juan Perez, el tuerto”. Sin embargo un reagente, dada la conexión causal, puede servir de base para indagar acerca de los hechos que conciernen a su objeto, como una veleta puede decir algo acerca de la dirección del viento. También, mostrando o exhibiendo al objeto, ejerciendo su función a partir de llamar la atención del interprete, como el golpe de una puerta para entrar.
Además de la similaridad y la contigüidad, un signo puede representar a su objeto por medio de alguna relación convencional, habitual, disposicional o cualquier otra relación de tipo legal. En tales casos se llama símbolo: Un símbolo es un representamen cuya significación especial es representar solo lo que representa y esta representación descansa en nada más que el puro hecho de ser un hábito, disposición u otra regla efectiva general que será interpretada de ese modo” (Collected Papers, 4.447). El hábito o la regla general puede ser natural, de nacimiento o “adquirida”, esto es convencional. En ambos casos, sin embargo, la característica del símbolo es la misma, no hay similaridad o contigüidad entre el carácter presentativo del signo y el objeto que representa, aunque el símbolo incluye elementos íconocos e indiciales. El símbolo está conectado con su objeto “en virtud de la idea del símbolo que se emplea en la mente, cin cuya conexión no existiría”. Es un signo “que está constituido solo o principalmente porque es empleado y usado como tal... y sin poder advertir los motivos que originalmente formaron su selección” (Collected Papers, 2.307). Cuando un perro mueve su cola se tiene un símbolo natural; un gesto de amistad que no tiene similaridad entre el movimiento, la dirección y la velocidad de la cola y el estado de amistad, ya que el gesto es un hábito natural en la mayoría de las especies caninas. Las palabras son formas típicas de símbolos convencionales. La palabra “hombre” produce la representación porque es un modo general de sucesión de cinco sonidos establecidos a través de un hábito o una ley adquirida que causará réplicas de él para ser interpretadas como significados de un hombre o de hombres: “LA palabra y sus significados son ambos reglas generales”. Así, en general, el símbolo es un signo precisamente porque es interpretado y empleado como tal:

Una marca de tiza es una línea aunque la emplee como signo; el gallos de la veleta se mueve con el viento, sea que alguien se dé cuenta o no. Pero la palabra “hombre” no tiene una relación particular para los hombre a menos que se la reconozca como relacionada. Esto no es solo lo que constituye a un signo sino que es lo que le da la peculiar relación respecto de su objeto y ello es lo que lo hace significante respecto a ese objeto particular. (Collected Papers, 2.307)


Así el símbolo puede actuar sólo a través de la ley o el hábito, es “en sí mismo un tipo general”. Como tal actúa a través de réplicas o instancias de sí mismo. El símbolo es una ley o regularidad de un futuro indefinido y está encarnado en individuos y prescribe sus caulaidades. El objeto al que se refiere es también de una manera usualmente general, en cuyo caso se llama un símbolo genuino y entonces tiene un significado general. Si el objeto del símbolo es un existente individual, por ejemplo, la palabra “luna”, entonces se llama símbolo singular; si el objeto del símbolo es algún carácter o cualidad, simplemente se llama símbolo abstracto.


Los signos y su poder interpretativo

Además de su carácter presentativo y representativo, el signo posee un poder interpretativo. Dirige o determina a sus interpretantes respecto de cierta orientación en la interpretación de su objeto. Si un signo es un rema (también llamado a veces sema) tendrá una tendencia a orientar al interpretante sobre las características interpretativas del signo más que otra propiedad existencial o legal que pudiera tener. El ejemplo típico de Peirce de un rema es un término (como “ser humano), o el predicado de una proposición (más específicamente es la proposición que carece de cualquier referencia nítida respecto de un sujeto), Existen diferentes tipos de términos (a veces llamados cantidades singulares), según Peirce que incluyen los nombres propios, los pronombres demostrativos, personales y relativos, los sustantivos abstractos y los comuno. El sustantivo común o el término “ser humano” sugiere, a los interpretes humanos familiares con el idioma español, las variadas características que el término connota más que la aplicación o indicación del término como representante o referente de un objeto particular. Estas características pueden estar contenidas en algún objeto posible, pero el signo en sí mismo no indica cuál objeto podría ser. En este caso la referencia del rema es vaga. Como dice Peirce: “ la palabra “perro, que a veces significa algún perro- implica el conocimiento de que existe algún perro pero permanece indefinido. El interpretante es algo de la idea indefinida de sus características que el “algún perro” refiere a tener”. A causa de la indifinición del rema, puede ser verdadero o falso puesto que no implica una aserción acerca de algo o provee información (incluso cuando provea algún tipo de información); solo brinda las características generales como tales. Se podría decir que para un rema su interpretación estará dirigida al sentido y la connotación del signo más que a su referencia, su denotación. En un rema hay una indefinición de extensión, y su objeto es excesivamente vago. Peor aunque hay un ímpetu hacia la comprensión del signo, existe ciertamente una interpretación que concierne a la extensión encada rema, pero la extensión es más una posibilidad o un producto de la imaginación que una actualidad. Se podría decir que el rema es un signo cuya extensión está buscando comprensión.

Los remas se pueden subdividir en remas madádicos, que son los términos planos y simples; remas monádicos, como “X es bueno”, remas diadicos; como “x ama a Y”; y remas triádicos como “Pedro da x a Y”.

Un dicente conecta los remas en una organización interpretativa más alta, y así su interpretación permite que alcance cierta característica como verdadera de cierto objeto, esto es, determina al interpretante respecto a la información que posee en el signo: “Defino un dicente como un signo representado en su interpretante significado como si fuera una relación real con su objeto” El centro de la interpretación está en la conclusión que este objeto tiene. El paradigma del Dicente para Peirce es la proposición que hace precisamente esto a través de la conexión entre un predicado y con un sujeto. La proposición “Pedro es un ser humano”, por ejemplo, dice del objeto, que es un ser humano, así la interpretación es directa respecto de la correlación entre sentido y referencia.
Cada proposición para Peirce comprende un sujeto y un predicado y ésta es la base por medio de la cual una proposición puede contener información. Pero dependiendo de otras características de las proposiciones, como modalidad, cualidad, cantidad y forma, la información que contiene diferirá en cada caso. Peirce clasifica deferentes tipos de proposiciones; la primera división es ente proposiciones modales, aquellos que articulan lo posible y lo imposible, lo contingente y lo necesario...

Un argumento es un signo cuya interpretación está dirigida a una conexión sistemática, inferencial y legal con otros signos. Peirce afirma en este sentido: “Un signo que; para su interpretante, es un signo ley”.

Así como la proposición o decisigno incorpora remas o términos en un interpretante mayo, así los argumentos incorporan decisignos o proposiciones en un interpretante mayor. El ejemplo típico es el argumento silogístico: “Todos los seres humanos son mamíferos. Todos los mamíferos son vertebrados. Entonces todos los seres humanos son vertebrados”.


Roberto Marafioti, “Charles S. Peirce: El éxtasis de los signos.
1era Ed.Biblos, Bs As. 2004

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